El problema con el “desarrollo sostenible” no está en su imposibilidad o en las dificultades para el sostenimiento sino en la naturaleza del desarrollo que se pretende sostener. De ahí la preocupación sobre el significado de desarrollo. Diagnósticos de los defectos del desarrollo económico en esta perspectiva hay muchos y varían en la radicalidad del cuestionamiento a dicho desarrollo.  Las perspectivas “antidesarrollo” existen con diversas variantes.[1] Las antiambientalistas también.[2] En esta primera parte vamos a empezar con la relativamente matizada visión de Denis Goulet que rechaza la visión del desarrollo económico como totalmente irreconciliable con la protección de la naturaleza. Luego continuaremos con el intento por Anand y Sen de conciliar la mirada universalista del problema de los derechos de hoy y del futuro con el necesario cuidado presente por grupos específicos, particularmente los pobres. Finalmente, mostraremos que otra manera de entender el desarrollo, también basada en Sen, compatibiliza en buena medida, aunque nunca del todo, las preocupaciones por el desarrollo y por el medio ambiente.

 

A)      Desarrollo económico vs medio ambiente: de la polaridad a la integralidad

El debate en torno a la sostenibilidad ambiental ha estado muy polarizado. Denis Goulet recogía así el dilema: “El imperativo ecológico es claro y cruel. Hay que salvar la naturaleza o moriremos los humanos. La mayor amenaza para la naturaleza –con peligro de destrucción irreversible de su capacidad de regeneración – proviene del ´desarrollo´. Este mismo desarrollo es también el mayor culpable del ´subdesarrollo´ de cientos de millones de personas”. (Goulet 1999: 121)

                A pesar de la importancia de este origen en parte común del problema de la pobreza y de los riesgos ambientales, la lucha contra la pobreza y contra la destrucción de la naturaleza no siempre convergen y corresponden a dos corrientes éticas. De hecho, sostiene el mismo autor: “…la tarea de seguir las dos corrientes éticas conjuntamente se enfrenta a grandes dificultades: problemas fundamentales de lenguaje y de significado, desacuerdos en el diagnóstico, preferencias políticas discordantes y apreciaciones contrarias de los valores”. (Goulet 1999: 121)

                La propuesta del propio Goulet es matizada porque su manera de enfrentar ese imperativo parte de relativizar las tres perspectivas que considera que están en juego. “Lo que se necesita es un marco amplio de síntesis dinámica, una visión filosófica que reconcilie la pretendida oposición entre la libertad humana y la integridad de la naturaleza. Para plantear estos temas con las debidas distinciones, hay que articular un esquema conceptual en el que se relativicen todas las exigencias de los tres valores éticos diferentes: la justicia, la libertad y el respeto por la naturaleza. Ninguno de estos valores es absoluto; y lo que es más importante, cada uno sólo puede ser definido y delineado en sus propios límites en relación con los otros dos”. (Goulet 1999: 121) 

                La necesidad de una visión englobante de las diversas aproximaciones convencionales es una demanda conocida. “Cuando no se contempla el conjunto del cuadro surgen dificultades insolubles de orden teórico y práctico. Es necesario ver el cuadro en su totalidad para trascender numerosas antinomias aparentes. La principal de ellas es la supuesta contradicción entre las concepciones antropocéntricas y cosmocéntricas del universo”. (Goulet 1999: 122)

                 Desde un análisis también ético, pero más pegado al debate con la aproximación económica, Anand y Sen llegan a una conclusión similar y añaden otros elementos sustantivos.

 

 B) No olvidar la pobreza y el presente

                 Estos autores señalan que “lo que va a ser sostenido no es obvio” (Anand y Sen 2000: 2029) pero apuntan a aclarar el punto partiendo de la ya antigua crítica al desarrollo económico desde el enfoque del desarrollo humano.

 Para Anand y Sen, la sensibilidad por la sostenibilidad ambiental tiene un acento universalista que debe ser evaluado. Es el derecho a la vida de “todo el género humano” el que está de por medio y en cuestión, es la viabilidad de futuras generaciones la preocupación dominante. Si esta es la idea central, “El lenguaje y la retórica así como la realidad de los derechos en el mundo contemporáneo a menudo se caracterizan por la desatención de sectores particulares de la población – grupos étnicos menos privilegiados, clases explotadas, mujeres secuestradas.”. (Anand y Sen 2000: 2029)

 Además, la sostenibilidad es una inquietud que pone casi siempre el acento en la relación entre el presente y el futuro. La pobreza, sin embargo, obliga a acentuar la sostenibilidad del presente. “Un recién nacido puede estar condenado a una vida de extrema brevedad o intensa miseria si sucede que esa criatura ha nacido en  la ´clase equivocada´,  en el ´país equivocado´ o ser del ´sexo equivocado,(Anand y Sen 2000: 2030)

                 El presente no es meramente una plataforma que interesa por el futuro que prepara. Incluye, aunque no sólo, aquello que hoy se pretende sostener. “El valor moral de sostener lo que tenemos ahora depende de la calidad de lo que ahora tenemos y todo el enfoque del desarrollo sostenible tanto al presente como al futuro. No hay en principio dificultad básica para ampliar el concepto de desarrollo humano para incluir las demandas de las futuras generaciones y la urgencia de la protección ambiental.” (Anand y Sen 2000: 2030)  

                 Hay en Sen una ya antigua preocupación de que el interés por el futuro termine haciendo olvidar las urgencias del presente. Un ejemplo ajeno en buena medida a la sostenibilidad ambiental la ilustra. En una crítica al neo maltusianismo señalaba que “al concentrarse la atención en la declinación futura a largo plazo, el neo-maltusianismo desvía la atención de los sufrimientos y miseria ya existentes en el en el mundo actual. La necesidad de un avance positivo queda ensombrecido por una necesidad imaginaria de contrarrestar una hipotética declinación futura.El problema real no es que el mundo se convertirá en atroz, sino que ya es atroz ahora y que lo ha sido a través de la historia, con una vida humana desagradable,brutal y corta.” (Sen 1984: 524-5)   

                 Pero esta salida insistiendo en no olvidar el presente es el comienzo de un camino. Como ya mostramos que es la opinión de Goulet, para ellos también resulta necesario un marco conceptual más amplio para incorporar todas estas preocupaciones en la discusión. Como señalan: “… es particularmente importante colocar la preocupación sobre la equidad en el mundo contemporáneo y la equidad en el futuro en un marco general integrado.” (Anand y Sen 2000: 2040)

                 Hemos presentado en números anteriores de Páginas elementos conducentes al enriquecimiento de la visión del desarrollo. En este artículo tratamos de la compatibilización de dicho desarrollo con las preocupaciones ambientales y por el  futuro de la humanidad. Como entiende Alkire, recogiendo elementos presentes en el debate actual sobre nuestro tema: “El desarrollo humano busca expandir las libertades de las personas – las capacidades valiosas que las personas valoran – y empoderarlas para que se involucren activamente en los procesos de desarrollo en un planeta compartido. (Alkire 2010: 24 )[3]

 

C) Otro desarrollo y compatibilidades

 Volviendo al título del artículo, lo respondemos recogiendo la comprensión del desarrollo como desarrollo humano y la de éste como expansión de la libertad humana y no como mejora en la calidad de vida y mucho menos como aumento de la cantidad de cosas producidas per cápita. Una vez que el desarrollo se entiende así, la mirada sobre el medio ambiente cambia de  varias maneras. Para empezar, la libertad humana depende crucialmente de la integridad del  medio ambiente “que incluye entre otros, el aire que respiramos, el agua que bebemos y el entorno epidemiológico en que vivimos” (Sen 2007: 28). Contrariamente al contraste con el que comenzamos el artículo, “la creencia de que el desarrollo y el medio ambiente son contradictorios no es compatible con las premisas centrales del enfoque de desarrollo humano.” (ibid.).

Si el concepto de desarrollo cambia, desde él, también cambia el de medio ambiente pues éste no en entendido exclusivamente como un estado de la naturaleza. En primer lugar, señala Sen, el medio ambiente incluye las oportunidades que presenta para vivir adecuadamente, esto es, para desempeñarse en la vida con cada vez más libertad. Pero esas oportunidades no dependen solamente de la posibilidad que brinda la naturaleza de satisfacer necesidades humanas, ni siquiera de la existencia de una necesidad de algo, pues “una perspectiva más plena del desarrollo humano puede considerar la libertad de hacer cosas no exclusivamente regidas por las necesidades de cada uno.” (ibid.) “Por ejemplo, es posible que los seres humanos no sientan ninguna ´necesidad´ evidente en relación con la lechuza moteada[4]. No obstante, si tienen alguna razón para objetar la extinción de esta especie, el valor de su libertad de cumplir este objetivo deliberado puede ser la base de un juicio razonado.” (Sen 2007: 28-9)[5]

                Este ejemplo vuelve a ser recogido en un libro reciente para indicar que lo que las futuras generaciones, con la ayuda de las generaciones de hoy,  tienen que lograr no es simplemente el sostenimiento de “niveles de vida”. De hecho, “Nuestra razón para valorar las oportunidades particulares no tiene que descansar siempre en su contribución a nuestros niveles de vida o, más generalmente, a nuestros intereses.” (Sen 2010: 281) Podemos pues valorar oportunidades y resultados aunque no añadan a nuestro nivel de vida. “En especial, sostener los niveles de vida no es lo mismo que sostener la libertad y la capacidad de las personas para tener –y salvaguardar- lo que valoran y lo que tienen razones para considerar importante.” (Sen 2010: 281)

                Para ilustrar de otra manera el significado de lo señalado en los dos párrafos anteriores resulta útil recordar un tema reiterado por Sen sobre la libertad para perseguir objetivos que no benefician a la persona que actúa para lograrlos. Un ejemplo es el relativo a causas ajenas “que pueden no afectar directamente las vidas de los individuos que asumen tal compromiso.” (ibid.) Justamente, el término compromiso alude acá a un aspecto motivacional no egoísta del comportamiento humano que es muy destacado por Sen.[6]

                En segundo lugar, las iniciativas relativas al medio ambiente no se reducen a la “preservación pasiva”, sino que el medio ambiente se mejora, como cuando la purificación del agua permite eliminar la viruela o el paludismo. Eso sí, “esté reconocimiento positivo no cambia el importante hecho de que el proceso de desarrollo económico y social puede tener, en muchas circunstancias, consecuencias sumamente destructivas.” (Sen 2007: 29) “Estos efectos desfavorables -sigue Sen- deben ser identificados y resistidos con firmeza, velando a la vez por el fortalecimiento de los aportes positivos y constructivos del desarrollo.” (ibid.) Entre esos aportes están la educación y el empleo de la mujer y sus efectos demográficos, una mayor escolarización, mejor comunicación y medios de información.

                La ampliación y reformulación de la apuesta por la sostenibilidad del desarrollo se resume así: “la libertad sostenible puede ampliarse a partir de las formulaciones de Brundtland y Solow para abarcar la preservación, y si es posible la extensión, de las libertades y capacidades sustantivas de la gente hoy ´sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones´ para tener una libertad igual o mayor.” (Sen 2010: 282)[7]

                Y el enfoque general para tratar el problema es sintetizado de esta manera: “Para utilizar una distinción medieval, no somos sólo ´pacientes´ cuyas necesidades merecen satisfacción, sino también ´agentes´ cuya libertad para decidir qué valorar y cómo procurarlo puede extenderse mucho más allá de nuestros intereses y necesidades. La significación de nuestras vidas no se puede guardar en la pequeña caja de nuestros niveles de vida o de nuestra necesidad de satisfacción. Las necesidades manifiestas del paciente, con toda su importancia, no pueden eclipsar la relevancia vital de los valores razonados del agente.” (Sen 2010: 282)

                Finalmente, en consonancia con lo anterior, Sen insiste en un aspecto importante, parte central de su enfoque sobre el desarrollo, cual es el papel decisivo de la participación y deliberación públicas sobre la sostenibilidad en un contexto de incertidumbre sobre el futuro. No es sensato apostar al futuro simplemente en base a cálculos y fórmulas. “Una de las razones por las cuales debemos ser  cautelosos acerca de la ´mejor apuesta´ respecto del futuro es que si nos equivocamos, el mundo que tendremos podría ser extremadamente precario. Incluso existen temores de que lo que hoy es prevenible podría ser casi irreversible si no se toman inmediatamente medidas precautorias, sin importar la cantidad de dinero que las futuras generaciones estén dispuestas a gastar para revertir la catástrofe.” (Sen 2007: 29)

               

 Referencias

 Alkire, Sabina (2010) Human Development: Definitions, Critiques, and Related Concepts. Oxford: OPHI Working Paper No. 36. May.

Anand, Sudhir y AmartyaSen

(2000) “Human Development and Economic Sustainability”.World Development, Vol. 28, No. 12, pp. 2029-2049.

Daly, Herman E. (1998), “Reply to Mark Sagoff’s ‘Carrying Capacity and Ecological Economics’. En: Crocker, David y Toby Linden (eds.) Ethics of Consumption. The Good Life, Justice, and Global Stewardship. Lanham: Rowman and Littlefield.

Goulet, Denis

                (1999) Ética del desarrollo. Guía Teórica y Práctica. Madrid: IEPALA.

Gutiérrez, Gustavo (1986) Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente. Una reflexión

sobre el libro de Job.Lima: Instituto Bartolomé de las Casas, Centro de Estudios y Publicaciones.

Jackson, Tim (2011) Prosperity without growth. Economics for a finite planet. London: Earthscan.

Sen Amartya

(1984) “Goods and People”. En: Sen, A., Resources, Values, and Development. Cambridge USA: Harvard University Press.

(2002) Entrevista en “Why half of the planet is hungry”. En: The Observer, Sunday june 16.

(2007) “Las políticas climáticas y el desarrollo humano”. En: PNUD, La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido. Madrid: MUNDI-PRENSA SA.  

(2010) La idea de justicia. Madrid:Taurus.

Solow, Robert (1996) “Equidad intergeneracional, sí, ¿pero qué ocurre con las injusticias de hoy?”. PNUD, Informe sobre desarrollo humano 1996. Madrid: Mundi-Prensa Libros, p. 16.



 Javier M. Iguíñiz Echeverría: Profesor emérito del Departamento de economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Secretario Ejecutivo del Acuerdo Nacional.

[1]Jackson (2009) es una de las más recientes visiones del problema del desarrollo económico.

[2] Una manera de encuadrar ese tipo de planteamiento es el que señaló Daly (1998, 54),  “…optimismo tecnológico mezclado con deontología kantiana es un elixir de alquimista. Significa que no tenemos que estar seriamente interesados en una ética consecuencialista porque la tecnología puede neutralizar siempre cualquier consecuencia desafortunada.”

[3] Sigue a continuación: “Y pretende hacerlo de maneras que avanzan de forma apropiada la equidad, la eficiencia, la sostenibilidad y otros principios claves.”

[4]A la que pueden no haber visto nunca señala el autor (Sen 2010: 281).

[5] Sobre la conveniencia de no relacionar tan estrechamente la naturaleza y las necesidades humanas,  Gustavo Gutiérrez señaló en base al Libro de Job que Dios no crea la Tierra exclusivamente para satisfacer necesidades humanas. (1986).

[6]Una distinción sugerida hace treinta y cinco años por él es la que separa simpatía (“que alude a la afectación del bienestar de una persona por la posición de otros”) de compromiso que “se refiere a la ruptura del fuerte vínculo entre el bienestar individual (con o sin simpatía) y la opción por la acción (por ejemplo, comprometerse a eliminar alguna miseria aunque uno personalmente no la padezca).” (Sen 2010: 219-220)

[7] Un texto de Solow al respecto es de 1996, pág. 16 .