Entre los señalamientos impactantes del Papa Francisco, recojo el que nos recuerda que en muestras sociedades ya “no es noticia que un anciano se muera de hambre y frío”. No sólo no es noticia, sino que denota la ausencia de la acción del Estado, quien está obligado a velar por esa persona. Una noticia periodística nacional, que no parece tener nada que ver, nos da una pista para entender por qué de esa ausencia.

Entre la plaza de toros y el acceso al agua

 

Hace poco leí en un diario que un alcalde gastará varios millones en construir un tauródromo en su distrito donde hay un mal servicio de agua potable y se sufre de sequía. Puede ser que el alcalde tenga ideas descabelladas, como dicen los expertos comentando la noticia. Sin embargo, analicemos un poco más esta decisión. La plaza de toros implica inversión, construcción, dar trabajo, pero no compromete un presupuesto futuro de personal significativo para atender los servicios que brinde. Instalar una red de agua potable requiere estudios previos más complejos, inversión y también dará trabajo; pero, posteriormente si se quiere tener más que agua entubada es necesario potabilizarla y vigilar su calidad, mantener la red para evitar su deterioro. Implica inversiones y contratación de personal permanente. Asimismo, contrarrestar la sequía supondría, como dice el representante de la Junta de Regantes cuestionando el proyecto: “mejorar los canales de riego para traer el agua desde el nevado”. Esto supone inversión, pero también mantenimiento de canales. Si por la migración, la tarea comunal ya no se da abasto; requerirán, probablemente, contratar peones periódicamente; es decir, para que la inversión pública que enfrenta la sequía tenga efectos perdurables, se tendrán que crear puestos de trabajo que beneficiarán a personas concretas.

Los decisores de políticas públicas, en general, asocian a la persona con las políticas sociales, mientras que la inversión pública es asociada con obras físicas. Hay aquí una curiosa disociación entre políticas de inversión pública y políticas sociales; digo curiosa porque toda inversión pública “debería” servir y atender a grupos humanos, a personas concretas. Lo que ocurre es que la valoración para la viabilidad de los proyectos prioriza su sostenibilidad y rentabilidad económica, subordinando su rentabilidad social.

Ello determina los criterios de evaluación de los proyectos de inversión, los cuales priorizan aquellos que no implican contratar personal para la atención constante de personas.  Se enarbola, entre otros argumentos, el equilibrio financiero que, sin duda, es necesario y sano para regular la contratación clientelista o arbitraria de personal. Pero, lamentablemente, la rigidez de estos argumentos economicistas está poniendo en riesgo de colapso a servicios orientados a proteger y atender a la ciudadanía. Conviven así paradójicamente, proyectos estrafalarios con la deficiente atención en servicios centrales.

En la práctica, el Estado no pone la persona al centro de su gestión, ni de la evaluación de su inversión, a pesar que debiera hacerlo, pues la persona es el fin supremo del Estado (Art. 1º de la Constitución). El enunciado de la Constitución es tomado como declarativo a pesar de que no hay nada más concreto que las personas de carne y hueso: niños, adolescentes, mujeres, varones, ancianas. En cada uno de sus cuerpos hay vidas que proteger, necesidades que cubrir, proyectos y sueños que posibilitar.

Con el ejemplo aludido, sin duda extremo, quiero, además, destacar que estamos ante un entrampamiento, justo cuando el Perú crece económicamente de manera sostenida. No invertir en las personas ahora, hace, a futuro, poco productiva la inversión en cemento. El Estado debe preguntarse cómo satisfacen los proyectos de inversión pública las necesidades de los ciudadanos y cómo garantizan sus derechos. En ese contexto, la frase de Francisco constituye un señalamiento certero para la gestión pública.

Volviendo a nuestro ejemplo, entre el agua y la plaza de toros, puede no estar solo el despropósito de un alcalde.

Carmen Lora Educadora. Directora de la revista PAGINAS