“El papel del padre Gustavo Gutiérrez fue clave: nos hizo ver que la liberación no venía solo de los partidos políticos, sino que lo que necesitaban los pobres y el mundo era una voz profética; que hiciera recordar que la fidelidad a Dios no se puede hacer olvidándose de los pobres. Eso nos ayudó muchísimo para nuestra pastoral”. Estas fueron las palabras del sacerdote y compañero de camino Jorge Álvarez Calderón, durante la celebración eucaristía realizada el 7 de junio en la basílica del Rosario y convento de Santo Domingo, en conmemoración a los 90 años de vida del dominico peruano, reconocido internacionalmente por su trabajo teológico.

El P. Gutiérrez ha dedicado toda su vida a encontrar respuesta a una gran pregunta: ¿cómo decirle al pobre que Dios lo ama?, cuando la realidad de su vida parece ser la negación de toda forma de amor.

Por eso, no ha sido un teólogo de escritorio, sino una persona comprometida con la gente desde el inicio de su sacerdocio. Como párroco en el Rímac, barrio popular de Lima, estuvo muy cerca de la vida cotidiana de hombres y mujeres, siempre atento a sus problemáticas, para conocer la naturaleza de la pobreza que emergía en la periferia de la capital, producto de los acelerados cambios migratorios de los años 60 y 70. Así, su gran aporte constituye una renovada comprensión de la pobreza en su triple dimensión: real, espiritual y solidaria. Llegó a entender la pobreza como sinónimo de muerte en oposición a la vida, y que en el contexto latinoamericano se debía a causas estructurales (injusticia social) que debían cambiar. Y eran los pobres, en el reconocimiento de su dignidad, los verdaderos agentes de dicho cambio.

Gustavo y Francisco

Hoy vivimos una época influida por un pensamiento surgido de la experiencia eclesial latinoamericana, a partir de la Conferencia Episcopal de Medellín de 1968, cuyo aporte a la Iglesia universal se hace visible y palpable en estos nuevos tiempos, tal como lo recuerda el papa Francisco. Por tal motivo no deja de ser significativo que el Papa haya enviado una carta de saludo por los 90 años del P. Gustavo, reconociendo la contribución a la Iglesia y a la humanidad a través de su servicio teológico y de amor a los pobres y los marginados de la sociedad. Gustavo ha agradecido este gesto: “Me sorprendió gratamente la carta del papa Francisco. Le agradezco mucho ese saludo y quiero que sepa que me inspira para continuar con las tareas que tengo como sacerdote”.

Agradecimiento

Al final de la misa, el religioso agradeció cada uno de los gestos recibidos y, a modo de balance personal de su vida, señaló que su trabajo teológico ha sido “como escribirle una carta de amor a Dios, al Dios de mi fe, a la Iglesia de la que formo parte y al pueblo mismo del que formo parte también. Lo habré hecho bien, no sé. Lo habré hecho regular, tampoco. Dios tendrá misericordia, como gusta mucho decir a Francisco, como una cosa que expresa la persona de Dios, pero sinceramente he hecho un esfuerzo por cor responde rcaminando a esta señalización del texto de Miqueas (6, 8) – Respetar la justicia, amar al otro y caminar humildemente con tu Dios”.