Como comunidades globales representando miles de estudiantes, intelectuales y profesionales católicos, el MIEC y MIIC deseamos expresar nuestro apoyo para el Papa Francisco y sus esfuerzos para abordar la crisis de abuso sexual y para traer las reformas de estructuras eclesiásticas que necesitan muchas reformas. Tomamos nota y apoyamos la recién carta del Papa Francisco al Pueblo de Dios (20 de agosto de 2018).

Como movimientos católicos, lamentamos el sufrimiento experimentado por muchos niños, mujeres y hombres en el encargo de sacerdotes, religiosos y líderes laicos. Su sufrimiento grita a Dios por la profundidad del dolor e injusticia (Salmo 130). Como movimientos laicos, deploramos el clericalismo y encubrimiento de líderes de la iglesia que pongan imagen, reputación y estatus clerical sobre el sufrimiento de niños.

Como miembros bautizados del Pueblo de Dios, rechazamos los esfuerzos de algunas voces descontentas para usar la crisis para avanzar sus propias agendas políticas y eclesiásticas para atacar el Santo Padre. Afirmamos la reciente declaración de los obispos latinoamericanos que ha descrito estos ataques como una vergüenza.

Nosotros apoyamos al Papa Francisco en sus esfuerzos para renovar la iglesia y reorientar nuestras estructuras con la “clave misionera” (Evangelii Gaudium, no. 33) y una llamada renovada a la santidad (Gaudete et Exsultate).

Creemos que el Evangelio nos ofrece los valores para guiar futuras direcciones, incluyendo: la opción de los pobres que nos recuerda a poner aquellos que han sufrido abuso en el centro de todos nuestros esfuerzos; participación que nos recuerda de la corresponsabilidad de todos los bautizados en tomar las decisiones; y justicia para recordarnos de la necesidad de ética en nuestras estructuras.

Como movimientos globales, estamos listos para trabajar con el Santo Padre y otros líderes de la iglesia en considerar, analizar y actuar en oración para abordar la crisis actual.

Invitamos a nuestros movimientos, miembros individuales y todo el pueblo benevolente a:

  • considerar como pueden apoyar al Papa Francisco y otros esfuerzos locales en la reforma de la iglesia y responsabilidad;
  • adoptar pólizas claras a proteger contra abuso sexual en nuestros movimientos y comunidades;
  • facilitar la consideración del papel y vocación de intelectuales católicos y profesionales en la iglesia de hoy.