Los grupos de Pax Romana de Cataluña, Euskadi y por primera vez de Navarra, reunidos en Javier hemos reflexionado sobre nuestro ser en la Iglesia, situados en la contradicción de constituir una minoría – con dimensión internacional, global – y ser a la vez significativos, propositivos, ser de alguna manera, esa minoría creativa.

 

 Conscientes de que vivimos en un mundo y en una Iglesia globalizados y en crisis entendemos que son necesarios indicadores nuevos que nos ayuden a evaluar mejor la presencia de la justicia, la paz y la fraternidad en un mundo globalizado y sin rumbo, en el que faltan horizontes éticos y en el que el derecho está en crisis. Para ello es buena la actitud de escucha

El mensaje de Jesús tiene mucho de alternativo, de cultura y contracultura inculturadas. También para nuestras sociedades postseculares.

En una Iglesia que desde su realidad dice adiós al eurocentrismo,  y dialoga con otros, con otras religiones

 Creemos que estos próximos años volverán a centrar el escenario en torno al Concilio y con el rostro vuelto hacia Dios. Es por ello por lo que consideramos clave recordar algunos puntos fuertes que podemos ofrecer a nuestra Iglesia:

–          Pax Romana es un laboratorio de “globalización fraterna”, un espacio privilegiado de encuentro, de diálogo, de construcción de comunidad

–          Pax Romana es una oportunidad de presencia pública internacional para la Iglesia

–          Pax Romana es una incubadora de un cristianismo adulto y profético

–          Pax Romana es una pata importante de la red internacional eclesial y civil

–          Pax Romana es una escuela (aunque humilde) de resistencia en esperanza  

–          Pax Romana es referencia de fraternidad, justicia y compromiso. Una referencia que pone la inteligencia, la razón al servicio de Dios.

Somos conscientes de que, en este comienzo del siglo XXI se está imponiendo un modelo de globalización caracterizado por el consumismo y la codicia como cultura universal, acompañados por una competitividad excesiva convertida en ideología que profundiza en un modelo de globalización insostenible que nos ha llevado a la actual crisis, no solo financiera sino también social, ecológica y espiritual.

  Una crisis sistémica que genera nuevas expectativas, en la que los valores, las actitudes y los compromisos personales, coherentes con estas expectativas, serán determinantes para configurar un futuro común.

En paralelo, la Iglesia es cada vez más universal e inculturada y puede inspirar un “modo de ser global” asentada sobre bases en las que la pluralidad eclesial es cada vez más firme porque se funda en experiencias  de gran vitalidad, (África, Asia y las Américas) donde lo público y lo religioso no están enfrentados. Las semillas plantadas por el Concilio han echado raíces poderosas, aunque el “ruido ambiental” puede hacernos creer que se han agostado.

 En este contexto y ante estos retos globales consideramos que como miembros de Pax Romana hemos de contribuir a la la construcción de una Globalización Justa.

 En esta línea, en  la Declaración de Pax Romana sobre la “Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, recordamos las palabras dichas por el Papa Juan XXIII en su discurso de apertura del Concilio Vaticano II, en las que destacó “el mundo como un lugar donde el Espíritu Santo está actuando”, creemos que es así y es por ello que para impulsar esta Nueva Evangelización identificamos tres retos que consideramos principales:

• Ante la situación de pobreza de muchas personas en el mundo insistir en que la caridad es el “mejor lenguaje” de la evangelización.

• Entender el diálogo con las culturas modernas en torno al tema de la “verdad” como una propuesta de vida más significativa.

• El pluralismo religioso del mundo actual y el desafío al diálogo sobre el terreno.

      En una situación de crisis que va más allá de lo económico y de lo social, que tiene raíces antropológicas, que genera una crisis de modelo y un cambio de paradigma hemos de avanzar en la búsqueda de sentido que nos ha de ayudar a construir un mundo sostenible en lo económico y lo ecológico además de inclusivo en lo social. Haciéndolo desde una espiritualidad que quiere descubrir en este “mundo que Dios ama” los signos de los tiempos, signos de presencia de Dios que nos sitúan y nos han de llevar al compromiso con esta humanidad sufriente.

En este sentido recogemos la reflexión de las Iglesias Latinoamericanas: “Todos los nuevos rostros de exclusión que emergen desde la invisibilidad” aunque en Europa quizá debamos decir hablar de los rostros que la pobreza está invisibilizando.

 Finalmente, recordamos las palabras de Benedicto XVI, que respecto a la globalización dice que ésta «nos obliga a revisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas formas de compromiso, a apoyarnos en las experiencias positivas y a rechazar las negativas. De este modo, la crisis se convierte en ocasión de discernir y proyectar de un modo nuevo. Conviene afrontar las dificultades del presente en esta clave, de manera confiada, más que resignada».( Nota del Consejo Pontificio Justicia y Paz. 24 octubre 2011 ).