La situación política en Catalunya parece estancada. Por un lado, Junts per Catalunya quiere hacer president a Puigdemont   sea como sea, y él,  acertadamente, no quiere arriesgar su libertad viniendo a Barcelona. Parece poco probable que una investidura telemática con un presidente en ‘el exilio” sea posible y razonable, si intentamos dar una brizna de razonabilidad al inicio de esta legislatura. Por otro lado, el Gobierno central, ahora más que nunca ante el impulso de Ciudadanos, mantendrá la aplicación del artículo 155 (si ocurre, con mayor contundencia) si se quiere volver a vulnerar o sortear la legalidad constitucional. Si no somos capaces de aplicar el sentido común y buscar amplios consensos, la situación seguirá siendo imposible, y los riesgos de bloqueo de la economía, del conflicto social y de decadencia política serán toda vía mayores.

    Después de la tregua de Navidad, han vuelto de nuevo las tensiones, los relatos de confrontación y las divisiones. Sé que es dificil aplicar la racionalidad política después de un curso tan intenso y duro, y, por encima de todo, con tantos y tantos heridos: desde los miembros de ]a comisión judicial que no podían salir de la sede de la Conselleria de Economía hasta los damnificados por las cargas policiales del primero de octubre, desde los consellers y los Jordis encarcelados hasta aquellos que se encuentran en “el exilio”. Los resultados dan la mayoría a los partidos independentistas, pero, en voto popular, esta opción se queda a tres puntos de la mayoría absoluta. Con tanta emotividad y rabia, es dificil que la racionalidad política se imponga a corto plazo; no obstante, si no lo solucionamos, nos haremos daño, y lo tenemos que evitar.

    Ante los relatos de confrontación que volveremos a vivir, se impone un nuevo relato, el relato de 1a reconciliación, del reencuentro, de 1a concordia, de la estima. Un relato indispensable para salir del callejón sin salida en que vivimos, el cual nos tendría que volver a unir. Para hacer posible este relato, necesitamos, de un lado y del otro, iniciativas de reconciliación. Yo propongo las siguientes cuatro iniciativas.                          

   En primer lugar, iniciar una doble acción:  por un lado, el president Puigdemont y los partidos JxCat y ERC declaran públicamente que la proclamación de la República fue política y que aceptan la aplicación del 155. Como consecuencia, se acaba « el gobierno legítimo en el exilio” o”gobierno de la República catalana”. Al tiempo, el Esta do manda al fiscal que retire la solicitud de prisión provisional. Esta doble acción es indispensable para rebajar la tensión social y detener las narrativas de confrontación. Tenemos que evitar que se imponga una narrativa de la humillación y que aumente por los sectores independentistas la tentación de actuaciones más radicales ante el punto muerto y1a sensación de opresión.

    Con la estrategia actual del presidente Puigdemont y de JxCat, la confrontación está asegurada, como también la prolongación del 155. Como parece que las perspectivas electorales de Cs se imponen en España, eso puede favorecer la extensión del 155. La tentación de extender la aplicación será cada día mayor si se mantiene, repito, la « ínvestidura telemática” y la ”presidencia desde Bruselas” o el « Gobierno de la República en el exilio”.

   En segundo lugar, promover otra doble acción: JxCat y ERC acuerdan no proponer como president de la Generalitat y president del Parlament a políticos procesados en causas judiciales. Al mismo tiempo, el Gobierno del Estado facilita que la Fiscalía y el juez permitan el retorno de Puigdemont y los otros consellers sin que entren en1a prisión .

  En tercer lugar, pactar un gobierno de unidad civil en Catalunya (GUCC) que vaya de JxCat hasta el PSC (con ERC y los Comuns) que descarte la independencia por 1a vía unilateral y se comprometa a hacer un frente para buscar una nueva relación, en el marco constitucional, con España y garantice un sistema de financiación propia, un blindaje en las competencias de cultura, educación y lengua. Tal gobierno, en muchos aspectos técnico pero con un núcleo muy político, tendrá un periodo de tres años para hallar el encaje con España que deberá ser objeto de referéndum.

Catalunya tiene que recuperar un gobierno ejecutivo para los problemas de cada día con la máxima precisión y eficiencia. También con el máximo consenso. El GUCC tendría dos núcleos: el político, para conseguir un pacto interno político y luego con el Estado, y el técnico, con los mejores gestores posibles para resolver los problemas del país. Un gobierno con el apoyo de 91 diputados aseguraría una estabilidad indispensable.

Y finalmente, en este proceso político se tiene que incluir la solicitud formal al presidente del Gobierno del indulto para todas las personas objeto de causas judiciales. No veo cómo detener los procedimientos judiciales ya abiertos, pero sí que creo que hay que abrir el proceso de negociación con el Estado para conseguir un acuerdo inmediato después de las resoluciones judiciales en firme.

La Vanguardia