- En memoria de Fèlix Martí, presidente del MIIC–Pax Romana (1975–1983)
Por: Josep-Maria Carbonell
El pasado martes 2 de septiembre falleció en Vilanova i la Geltrú, cerca de Barcelona, Fèlix Martí, a la edad de 87 años. Intelectual católico, profesor, gestor cultural y firme defensor de los derechos de los pueblos, Martí fue una figura clave en la evolución del MIIC–Pax Romana durante un periodo especialmente complejo de la Iglesia y de la política internacional.
Ejerció la presidencia del Movimiento Internacional de Intelectuales Católicos (MIIC–Pax Romana) entre 1975 y 1983, desde la Asamblea Interfederal celebrada en Roma —donde asumió el cargo— hasta la de Londres, en la que culminó su mandato. Su liderazgo se desarrolló en plena transición eclesial posconciliar, en un momento en que las esperanzas abiertas por el Concilio Vaticano II comenzaban a enfrentar resistencias desde dentro de la propia Iglesia.
Trayectoria y compromiso
Formado en filosofía y ciencias sociales, Fèlix Martí fue profesor en el Instituto Católico de Ciencias Sociales de Barcelona durante los años 70. Impulsó activamente la creación de la Federació Catalana del MIIC–Pax Romana, el Centre d’Estudis Francesc Eiximenis. Tras su etapa internacional, dedicó buena parte de su vida a la promoción de proyectos de diálogo intercultural e interreligioso desde Catalunya: fue fundador y promotor del Centre UNESCO de Catalunya, del programa Linguapax para la diversidad lingüística, y del Centre Interreligiós de Barcelona.
Hombre reflexivo, crítico, con gran capacidad de gestión y convicciones profundas, estuvo siempre comprometido con la justicia social, el pluralismo y los derechos nacionales de Catalunya como nación.
Una presidencia en tiempos difíciles
Martí asumió la presidencia del MIIC en la Asamblea Interfederal de Roma, en 1975, en un momento aún marcado por el impulso del Concilio Vaticano II y el liderazgo del papa Pablo VI. Pax Romana —en sus dos ramas, MIIC (intelectuales) y MIEC (estudiantes)— había tenido un papel clave en la renovación conciliar. Un presidente anterior, Ramon Sugranyes de Franch, también catalán, había participado como auditor en las sesiones del Concilio Vaticano II, consolidando el rol de la organización como referente del laicado católico crítico y comprometido.
Durante las décadas de 1950 a 1970, Pax Romana promovió activamente los valores del humanismo cristiano y de la Democracia Cristiana, tanto en Europa como en América Latina. Sin embargo, el contexto cambió profundamente tras la muerte de
Pablo VI en 1978. Con la llegada del papa Juan Pablo II se inició un ciclo de reinterpretación conservadora del Concilio. El Vaticano comenzó a apoyar prioritariamente a movimientos eclesiales de perfil más tradicional o conservador, como el Opus Dei, los Legionarios de Cristo, Comunión y Liberación.
Durante esos años —entre 1978 y 1983— Pax Romana vivió un periodo de grandes dificultades. Pero, lejos de retroceder, la organización reafirmó su compromiso con los valores conciliares, en buena parte gracias al liderazgo firme de Martí y al trabajo conjunto con sus secretarios generales: primero el suizo Erick Sottas, y posteriormente el indio Joseph Rajkumar.
Fieles al Concilio Vaticano II
Pax Romana, bajo la presidencia de Fèlix Martí, no solo se comprometió con el Concilio Vaticano II, sino también con las consecuencias históricas y teológicas que de él se derivaron. Señalamos aquí tres aspectos especialmente relevantes:
- El fin del bloque político católico. Hasta los años 70, el compromiso político de los católicos se canalizaba casi exclusivamente a través de partidos democratacristianos. Con el Vaticano II, se abrió la puerta al pluralismo político como expresión legítima del compromiso cristiano, lo que permitió que muchos católicos se integraran en partidos de izquierda, en coherencia con su fe. Pax Romana fue, en este sentido, un espacio pionero y paradigmático.
- La Teología de la Liberación. Surgida desde América Latina, con figuras como Gustavo Gutiérrez, esta corriente teológica influyó profundamente en el pensamiento y la acción de Pax Romana. A pesar de las tensiones con la Curia romana, la Teología de la Liberación y su “opción preferencial por los pobres” fueron asumidas por Pax Romana como parte esencial de su identidad. Hoy en día, estos principios están incorporados a la Doctrina Social de la Iglesia, pero en su momento generaron fuerte oposición institucional.
- La Teología de la Inculturación. Pax Romana fue durante años la única organización laical internacional católica con una presencia significativa en Asia, donde desarrolló un diálogo profundo con las grandes religiones orientales. Esta apuesta por el entendimiento interreligioso fue precursora de muchas iniciativas actuales, pero también fue vista con recelo desde sectores conservadores del Vaticano.
Presencia internacional y legado
Durante la presidencia de Martí, Pax Romana reforzó notablemente su presencia en el sistema de Naciones Unidas, convirtiéndose en una de las primeras ONGs católicas reconocidas por el organismo. Su influencia fue particularmente notable en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra y en la UNESCO, desde donde se impulsaron campañas en defensa de los derechos humanos, derechos culturales, la paz y la libertad religiosa.
A pesar de las adversidades, aquellos años difíciles consolidaron la identidad de Pax Romana como movimiento fiel al espíritu del Concilio Vaticano II: comprometido con la justicia, el diálogo y la dignidad humana. Como muchos recordarán, Joseph Rajkumar falleció hace un año. Hoy despedimos a Fèlix Martí, otro de los grandes protagonistas de nuestra historia.
Ambos dejan un legado inmenso en esta pequeña pero intensa historia de Pax Romana.
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