Homenaje al Papa Francisco nº 3: “NO OLVIDEMOS A LOS POBRES”

Ramon Ibeas Larrañaga

Teólogo

Miembro de BKA-Pax Romana – Basque Country

El papado de Jorge Mario Bergoglio no comenzó en Roma, allí fue elegido. Desde el balcón de San Pedro saludó al mundo, pidió ser simplemente el Obispo de Roma y que rezásemos por él. Era marzo del año 2013. El mundo se encontraba inmerso en el desaliento de una crisis económica producida por la burbuja inmobiliaria que estalló en 2008 con la quiebra de Leman Brothers. Poco más tarde, el año 2011 comenzaba la guerra de Siria y con ella la crisis de los refugiados. En este contexto llegó Francisco Lampedusa en julio de 2013, su primer viaje, y ese mismo año, en noviembre, el día 24 publicaba “Evangelii gaudiun”. En medio de la desesperanza la guerra y el sufrimiento el Papa anuncia, exhorta, a la alegría del evangelio. Este es, a mi modo de ver el comienzo del pontificado de Francisco, en una línea muy querida por la Iglesia: ver, juzgar y actuar, en favor de los pobres.

No estamos en “una época de cambio sino en un cambio de época”. Estas palabras suyas le han guiado en su quehacer tanto en la Iglesia como en el mundo. Un “alegría” por lo tanto situada, y con la que ha querido introducir cambios en la comunidad católica así como en las relaciones internacionales e interreligiosas. Probablemente se haya quedado corto, pero no quieto.

Cómo ya hemos dicho, primero fue “Evangelii gaudium”. Una exhortación programática en la que se anuncian y enuncian los principios y valores que preocupan al Papa así como aquellos elementos que necesitamos transformar, con una  actitud que es necesaria en el trabajo por el Reino de Dios, que es el objeto de esa alegría que anunciamos. Un mundo en el que los hombres y las mujeres puedan vivir y desarrollarse con plena dignidad.

Existía el riesgo del etnocentrismo en esta era que los científicos comienzan a denominar antropoceno. El Papa aporta en esta línea la encíclica “Laudato sí”. La representación del mundo es entendida como ese espacio compartido por todos los seres humanos. Ese lugar en el que vivimos y que tenemos que cuidar porque es nuestra “casa común”. Francisco lee la expresión “dominar la tierra” (Gn 1, 28) como la responsabilidad de cuidar la obra de Dios y cuidarla para que quepamos todos los seres, humanos o no. Por ello se involucra en las negociaciones de las sucesivas cumbres del clima y en especial con la COP 28 en Dubai a la que asistió por video conferencia. Sus encuentros con los movimientos populares, insistiendo en la necesidad de defender la tierra, el techo y el trabajo han constituido el eje del “cuidado de la casa común”

Esta casa es la tierra, y en ella  también la Iglesia en la que cabe todos. “En la Iglesia hay lugar para todos”. Jesús “nunca cierra la puerta, sino que invita a entrar. Entra y ve. Jesús recibe, Jesús acoge. Estos días, cada uno de nosotros transmite el lenguaje de amor de Jesús. Dios te ama; Dios te llama. Que lindo es eso. Dios me ama, Dios me llama. Quiere que esté cerca de Él” (JMJ Lisboa 2023).

Esa cercanía que surge cuando nos sentimos hermanos. Citamos ahora el tercer texto que queremos desatacar, “Fratelli tutti”. Una invitación a que somos capaces de acoger al extranjero, a los pobres, a los refugiados, a los que no piensan como nosotros o a quienes creen o no creen lo mismo que nosotros, a aquellas a las que la guerra deja viudas. Porque si todos somo hermanos no hay lugar para la violencia. Cuantas veces ha dicho el Papa. ¡Paren la Guerra!. En Ucrania, en Gaza, en Congo… en tantos sitios, unas veces solo, otras acompañado por otros como es el caso del Gran Imán de Al Azhar, Ahmed el-Tayeb.

Pero para soledad que quedo con una imagen. La de Francisco en la Plaza de San Pedro en plena pandemia de Covid. Todo el mundo carecía de brújula y él aparece caminando hacia la casa del Padre, hacia la puerta de la Basílica. Me van a permitir que reproduzca la fotografía, vale más que mil palabras.

Francisco ha sido un don para la Iglesia. No ha podido llevar adelante todas las reformas necesarias, pero como afirma Chirtoph Teobald, jesuita franco-alemán “ha transformado el papado introduciendo en él a las periferias”. Ha enfrentado la pederastia, pero no ha encontrado todo el apoyo necesario, el mismo denunciaba el “alzheimar espiritual” de la Curia Vaticana que es extensible a algunas Conferencias Episcopales. Fue conservador en algunos temas importantes como la ordenación de mujeres, aunque les haya abierto espacios; no hemos avanzado en el sacerdocio de personas casadas y aunque aceptando la dignidad de las personas  homosexuales y de otros colectivos se ha quedado ahí.

Haber y debe, como en el caso de cualquier ser humano, pero en última instancia, un Papa que nos ha arrancado muchas veces la sonrisa, nos ha hecho creer que podemos hacer las cosas mejor y que lo podemos hacer hablando de Dios, sin renunciar a lo que somos.

Quizá no haya podido ir más lejos, pero ha ayudado a la Iglesia a encontrar un camino propio al encuentro del mundo, un camino, por cierto, sinodal. ¡Ojalá que en el futuro la Iglesia no lo olvide! Sería olvidar a los pobres.

Irún, 26 de abril 2025