Reciban un saludo cordial, cercano, fraterno, con muchos y sabrosos recuerdos. Saber que están ahí renueva mi esperanza y, metafóricamente, mi juventud.  El maestro y amigo Gustavo Gutiérrez les habla de la Misericordia. Él es un testimonio fiel de cómo conjugar en la vida el compromiso con los más pobres, la fe en el Dios de la Vida, la teología, la política, la sencillez de vida, las ciencias sociales, la literatura (Vallejo, Arguedas…), el cine, la amistad, la Palabra de Dios… y convertir todo ello en una espiritualidad, en una manera de seguir a Jesús, de vivir en el Espíritu.

 

Estoy seguro de que cada una, cada uno de ustedes ha ido construyendo su propia personalidad en etapas marcadas por decisiones en todos los campos: estudios, familia, trabajo, política, iglesia, salud… Con alegrías y desengaños, según y cuándo. Pero las antenas se han mantenido alerta para evitar la tentación, permanente, de “cultivar nuestro pequeño huerto… y que se hunda el mundo”. Gracias a Dios no ha sido así. Al conocer el camino que les ha llevado a formar este proyecto,  “Militantes por la vida”,  salta a la vista que el sentido de responsabilidad por el país, por lo que Ecuador es y por lo que podría ser, se ha convertido en un eje fundamental en sus prioridades y proyectos personales, políticos,  eclesiales y del propio movimiento.

Me referiré muy libremente, por la confianza que les tengo, a algunos rasgos de la espiritualidad que buscamos y acogemos. Ustedes los conocen porque sé que tienen muy presentes las intuiciones de la Revisión de Vida:

VER la realidad lo más fielmente posible, en sus contrates, en sus trazos más duros,  y en lo que la  hace más humana. En sus causas y en sus consecuencias.  Más todavía, si como ocurre en este encuentro, “el hecho” a revisar es nuestra experiencia de Dios Padre y Madre  bien merece un ver profundo.Dios en lo más íntimo y callado de nuestra existencia y Dios en el pedacito de historia que cara a los demás hemos recorrido…  ¿Son el mismo Dios? ¿En qué rostros humanos hemos reconocido a Dios?

Gustavo, en su intervención, cita a Simone Weil:
“No es el modo como una persona habla de Dios lo que me permite saber si ha pasado por ella el fuego del amor divino, sino el modo como ella habla de las cosas humanas”

 Un riesgo de la Revisión de Vida consistió en ver la realidad tan científicamente que Dios no aparecía por ningún lado. Había que meterlo a presión en el Juzgar. Lo aprendimos tiempo atrás, y Francisco nos lo dice ahora con fuerza: Dios nos primerea. No lo ponemos nosotros, Dios ya está. Estamos invitadas, invitados a reconocerlo. Sin miedo de nuestra propio curriculum, en los Evangelios creen en Jesús aquellas personas en las que nadie confiaba. Hasta Jesús queda sorprendido una y otra vez: “Grande es tu fe”. A los discípulos, en cambio, les dice: “Vuestra fe es microscópica”.  Probablemente, ustedes son creyentes con experiencias de luz y de noche oscura que – compartidas, como en este encuentro-  se iluminarán mutuamente.

 JUZGAR: Ponemos nuestra vida ante la Palabra, nuestra experiencia de Dios, junto a la de Jesús, su vida, el Reino, su fidelidad, su relación con el Padre – Madre. Jesús está en permanente búsqueda de la  voluntad de mi Padre.  No hay un itinerario predefinido. Pero sí rutas “obligatorias”: Jesús va  de Jerusalén a Jericó: el Samaritano, Jesús,  es el que se hace prójimo del medio muerto de la orilla… y de los pobres y heridos de todos los caminos y de todos los tiempos. Los evangelios  están llenos de ejemplos de personas y grupos que no ven como Jesús, no juzgan como Jesús y no actúan como Jesús. Ahí están incluidos los mercaderes, la familia, la multitud, las autoridades religiosas y políticas… y los mismos discípulos.

Jesús va descubriendo que seguir la voluntad del Padre es estar siempre dispuesto a un paso más. La cruz, en múltiples formas,  va apareciendo por el camino.   

Hace años, en Medellín 1968,  los pobres, la pobreza, la injusticia aparecieron con fuerza en la Iglesia de América Latina.  Primeros pasos del Vaticano II. Vino poco después, como formulación teológica, la Opción por los Pobres. Con el tiempo, esta opción  ha madurado, se ha ampliado, ha puesto nombre a pobrezas silenciadas, ocultadas, pero sigue siendo una manera de ver la realidad, de decirnos cómo es el Dios en el que creemos, de señalarnos por dónde va el Reino que Jesús anuncia y vive. Y de proponernos una manera de vivir.

 Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre, nos viene repitiendo el Papa Francisco. Es una excelente presentación de Jesús y del Padre. Se han colado en nuestras vidas otros muchos rostros de Dios. No son Dios. Volvamos a Jesús una y otra vez, siempre que haga falta. Cuando volamos poderosos sobre los Andes y cuando caminamos jadeantes y cansados por el lodo de la Costa, de la Sierra y del Oriente… y de Galápagos donde nunca estuve.

ACTUAR: No nos perdamos en peleas sin futuro. Cuidemos bien las preguntas y las respuestas, sobre Dios, sobre el sentido de la vida, sobre el sufrimiento propio y el de los pobres de la tierra, sobre las raíces de nuestra esperanza, sobre los cimientos de nuestro compromiso. Entendiendo por compromiso desde el gesto más sencillo hasta las grandes tareas políticas, que a su vez estarán llenas de tareas menudas, incluso invisibles. Y dentro de nuestra humana condición, seamos gente decente. No seamos falsos profetas. Un buen criterio es mirar atentamente a los ojos de quien ha sido apaleado, apaleada  por la injusticia de la vida. Si  nuestra mirada inspira confianza y no defrauda, no vamos mal.

Romper la comodidad, los miedos, atreverse a soñar la audacia de lo improbable, de lo imposible. Y optar por las mediaciones que son posibles. El Actuar es un arte donde se mide la calidad de nuestra relación, personal y política, con  las personas concretas y el entramado social en que vivimos.

Tienen ustedes todo el derecho a estar ilusionados soñando otro Ecuador y tienen la obligación de no defraudar las esperanzas de justicia y solidaridad esparcidas por el país. Pero aprender de la experiencia es de lo más barato, y de lo más difícil. Es bueno recordar lo de san Pablo: “Llevamos este tesoro en vasijas de barro”. Hay que estar muy atentos al tesoro, al proyecto, a los sueños… y muy atentos al barro del que estamos hechos.

A estas alturas de la vida, fiémonos de Dios y oremos con la sencillez y espontaneidad del evangelio: Señor, que vea; Señor, despierta, que nos hundimos; Señor, enséñanos a orar; Señor, lávame los pies y la cabeza; Señor, danos siempre de ese pan.

Unas palabras sobre  el Movimiento.

Tantas veces animados y tantas veces defraudados por nuestras realidades eclesiales ¿les cabe dentro un aire como el del Papa Francisco, purificador, libre, exigente, misericordioso?  Veo que sí. Muchos se preguntan si este impulso va a durar o no. En lo que nos corresponda,  trabajemos para que retroceder sea imposible.

Con los pies en el suelo ¿será posible extender la mirada hacia América Latina y el Caribe y pensar en una red laical, con inquietudes sociales y políticas, abierta a inquietudes cercanas, dispuesta a ofrecer algo serio a la Iglesia que camina por ahí?  ¡Y por el mundo!

Como ven, he hecho este breve recorrido libremente. Creo que algo de lo imprescindible  está dicho. Podemos seguir otro día. El próximo enero se cumplirán 44 años de mi llegada a Machala, amor y esperanza. Hace unos 20 años miré despacio a mi vida. Llegué a la conclusión de que Dios me invitaba a “creer más en menos”. Es decir, creer más profundamente en aquello que es de verdad lo esencial del Evangelio de Jesús. Por ese camino intento ser fiel al Espíritu.

Dice la Carta a los Hebreos que estamos rodeados de una nube de testigos (Heb, 11) . En algún momento del encuentro podrían nombrar a los y las testigos  que han rodeado su vida, su fe. Seguramente, también ustedes han sido testigos para otras personas. Estamos en Adviento. Resuena con fuerza la voz del profeta Isaías: anuncios de paz y justicia que hasta ahora nos conmueven por el horizonte que abren… y por el trabajo que nos queda.

 La vida abarca muchas más dimensiones, pero entre la profecía y la política nos jugamos mucho del sentido de nuestro compromiso, de nuestra vida, de nuestra fe. Nuestra experiencia de Dios anda por ahí. Buen trabajo.