Un saludo cordial a pocas semanas de nuestra Asamblea Plenaria.

Al escribir esta breve carta tengo presentes a todos: a los chaplains regionales, nacionales, locales. Cada uno con trayectorias y dedicaciones distintas. A todos, muchas gracias por vuestra fidelidad de muchos años o por comenzar esta aventura de acompañar a grupos de laicos y laicas que se inscriben en el espíritu de Pax Romana – MIIC/ICMICA.

Sé que alguno de vosotros estará presente en Barcelona y, también, que alguno no podrá venir. Los que nos encontremos allí,  buscaremos algún  tiempo para vernos y compartir experiencias y perspectivas. La situación financiera del movimiento no nos permite grandes gastos. Las agencias que tradicionalmente nos han apoyado disminuyen o simplemente suprimen cualquier colaboración para gastos “internacionales”. A veces, todavía es posible recibir apoyos en el ámbito local… abierto a lo internacional.

 

Creemos que esta Asamblea tiene lugar en buen momento eclesial. La figura y los grandes documentos del Papa Francisco abren amplias posibilidades para un impulso a laicas y laicos, miembros de pleno derecho  en la Iglesia, implicados en tantas responsabilidades sociales en lo local y en lo global.

Un ejemplo concreto, surgido del dinamismo de Francisco, es la creación del Dicasterio que reúne a “Laicado, Familia y Vida”. Está todavía en sus primeros pasos.  Ojalá sea un canal  nuevo de comunicación entre las Iglesias locales y la Santa Sede, entre la Santa Sede y las Iglesias locales.

De la Asamblea deberían nacer orientaciones y prioridades para los próximos años, un nuevo Equipo Internacional y un nuevo Consejo. Y, sobre todo, una reafirmación de que la historia, el presente y el futuro de Pax Romana MIIC siguen teniendo algo que ofrecer y mucho por hacer. Tomarnos en serio la Misericordia, más allá de este año, sigue siendo un desafío a nuestra fe, a nuestra espiritualidad, a nuestra visión y presencia en sociedades tan injustas, a nuestro estilo de vida personal y comunitario, a nuestra manera de ser y estar en la Iglesia. Juntar inseparablemente  misericordia – justicia – caridad no es algo obvio. Echemos una mirada a cómo va transcurriendo el Jubileo de la Misericordia allá donde estamos. Y qué lugar ocupan los pobres en todo ello.

Confiemos en que lo mejor de la Asamblea sea compartido por todas las personas delegadas y más tarde trasmitido a todos los miembros de nuestro movimiento, a nuestros amigos, a nuestras Iglesias, en nuestros entornos respectivos.

Cualquier paso que demos por una mejor comunicación entre nosotros será positivo.

Fraternalmente